Turismo de cercanía: Pequeña distancia, gran disfrute

Turismo de cercanía: Pequeña distancia, gran disfrute

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La pandemia pero también la emergencia climática obligan a replantearnos mucho más que nuestro consumo y también nuestra manera de viajar entra en crisis. ¿Se viene el turismo de proximidad? Acá te contamos de qué se trata y por qué viene creciendo.

Irse, sí, pero no tan lejos. No a miles de kilómetros, no teniendo que viajar durante días en vehículos que contaminan y cómo. No dejar el dinero que destinamos a nuestros viajes o vacaciones a horas de casa, adonde no le va a cambiar la vida a nadie que conozcamos. De todas esas cosas habla y en todas esas cosas piensa una tendencia que (de la mano de la última pandemia) crece y con fuerza: el denominado turismo de proximidad. O “Estanciones”, en vez de “vacaciones”, porque la idea es irse cerquita, viajar poco y disfrutar mucho.

La idea es clara: salir de paseo pero relativamente cerca. Ojo, no hay precisiones con respecto a cuán cerca de casa, pero la idea que prevalece es la de no poner miles de kilómetros entre la partida y la llegada. Porque cuando lo hacemos contaminamos mucho más, pero también porque viajando demasiado lejos hacemos que los beneficios de ese viaje recaigan lejos de donde quizá más se lo necesita. En ese sentido, el turismo nacional sería una primera e ilustrativa primera versión de esa tendencia: antes de salir a conocer el mundo mejor conocemos lo nuestro, que es hermoso y está “acá nomás”. ¿Ventaja extra? Llegás a destino sin cansancio y hasta puede que puedas llevar con vos a tus mascotas.

¿De dónde viene esta movida? Aunque no lo creas, la idea de vacacionar cerca de casa o directamente sin salir de ella viene de lejos. Y hay una palabra que así lo confirma: staycation (en lugar de vacation, vacación). Te contamos: en 1944 Estados Unidos estaba en plena guerra y con una crisis de combustibles. La manera de ahorrar combustible fue quedarse en casa y sin vacaciones o estrenando lo que desde entonces se conoce como “quedaciones”, que no son otra cosa que las vacaciones en casa. Muy parecido a la reclusión por la pandemia, ¿no?

Pero, al mismo tiempo, algunos de los parámetros de la llamada “Nueva normalidad” –eso que se volverá “normal” luego de la pandemia, como el distanciamiento social, el uso de mascarillas y la limpieza constante de cada superficie de contacto- son buenos estímulos para el turismo de proximidad. Después de todo, está claro que no nos exponemos al contagio del mismo modo yendo cerca y en nuestro propio auto que viajando por horas en un micro casi sellado al vacío y con decenas de desconocidos a nuestro alrededor.

Frente a esto, la reacción no se hizo esperar y la nueva divisa para viajeros y viajeras es clara: “Cuanto más cerca, mejor”. Así,  el mini turismo, el turismo barrial, distintas alternativas de paseos que no impliquen viajes largos ni-de preferencia- medios de transporte masivos- y otras formas de turismo en pequeña escala siguen sumando adhesiones. ¿La idea? Que, como ya sucedió con lo que se conoce como “cocina de proximidad o de kilómetro cero”, la distancia entre productor y consumidor (o entre anfitrión e invitado, en este caso) sea tan pequeña como se pueda.

Justamente por eso una regla no escrita del turismo de proximidad señala que estamos siendo parte de esta movida cuando no sentimos una diferencia cultural enorme al llegar a nuestro destino, sino que vemos con ojos nuevos lo que siempre estuvo ahí y tal vez nunca miramos. Puede ser un detalle, un rincón, un establecimiento que hasta ahora permaneció oculto a nuestros ojos. Un hotel pequeño y con jardín, un hostel encantador en San Telmo, una casa de fin de semana en el Delta…En tiempos de turismo de cercanía, todo se reinventa para atraer a esos y a esas que hasta ayer pasaban por la vereda sin prestar atención y hoy salen a la caza de lugares interesantes y cercanos.

Según los observadores, correrán con ventaja las localidades que tienen la fortuna de contar con espacios abiertos y naturales. Si logran implementar protocolos sanitarios y se adaptan correctamente a los cambios en marcha-aprovechando para eso, desde luego, muchas de las tecnologías que permiten impedir los congestionamientos y agilizar la atención- podrán beneficiarse con el cambio en marcha. La razón: el turismo que viene es local, para nada masivo, centrado en las experiencias y uno en el que el factor seguridad sanitaria se ubica en primer lugar.

Así  las cosas, muchos lugares (bodegas, hoteles chiquitos, hosterías amplias y con jardines, entre otros) pueden reciclarse y adaptarse a la tendencia en marcha, que es la de viajar poco, cerca y a sitios donde realmente se pueda descansar y disfrutar  sin grandes gastos ni desplazamientos. Por eso también hay quienes llaman a esta novedad “turismo slow” o “lenturismo”, una nueva manera de aprovechar los viajes sin excedernos en ningun sentido. ¿Y vos? ¿Ya estás listo para este nuevo desafío?

 

 

 

 

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