Perdidos: La experiencia de sumergirse en el paisaje

Perdidos: La experiencia de sumergirse en el paisaje

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Foto: yacutinga.com

Meterse en el monte…y quedarse a vivir ahí. Adentrarse en el Impenetrable y no salir por días. Lanzarse en canoa, estero adentro. ¿Es posible? Claro que sí. Se  las denomina “experiencias de inmersión” y si algo podemos asegurarte es que no vas a volver siendo el mismo. ¿Apostamos?

Dicen los que saben es que la diferencia básica entre un turista y un viajero no pasa ni por el destino elegido ni por lo que haya gastado en su viaje. Pasa porque un turista es quien vuelve de su travesía tal y como partió, mientras que el viajero regresa transformado. Se llama igual, pero ya es otro.

Buscando esa clase de experiencias transformadoras, muchos viajeros no se conforman ya con el clásico esquema “Voy, visito, recorro y me vuelvo” sino que apuntan a una clase de viaje en donde uno pueda tomarse el tiempo para recorrer  y compartir mucho rato con la gente del lugar, disfrutando al mismo tiempo de la naturaleza. Imaginemos, sin ir más lejos, la selva misionera:   ¿a vos te alcanzaría con mirarla desde una pasarela, tomarle un par de fotos y volverte al hotel? Seguramente no. Y hoy son muchos los que buscan algo más conmovedor que eso. Para ellos se pensaron, justamente, las llamadas “experiencias de inmersión”.

¿La idea? Fundirse, por lo que dure el viaje, con la naturaleza del lugar, con sus ritmos y su realidad cotidiana. En Misiones, por ejemplo, existen varios emprendimientos hoteleros que combinan la oferta de servicio clásica con el cuidado del ambiente y la experiencia del eco turismo activo. La idea es recorrer, admirar y disfrutar provocando el menor impacto posible

Avistaje de aves en Yacutinga Foto: yacutinga.com

Yacutinga Lodge, a sólo 80 km de Iguazú, es una de estas iniciativas y su propuesta es, claramente, perderse en la selva por un rato, en medio del verde, de los pájaros, las mariposas y el rumor de los arroyos. Habrá que resignar para eso unas cuantas comodidades de la civilización (el aire acondicionado es una de ellas) pero, ¿a quién le importa eso cuando hay tanta belleza alrededor? El lugar propone varias experiencias (Aves de la selva, Yacutinga Orígenes., etc) y todas duran entre 2 y 4 días. Atención: en el lugar no hay tarjeta de crédito.

Data: http://www.yacutinga.com/

Otra experiencia de inmersión es la que propone, kilómetros más al oeste, el famoso Impenetrable chaqueño. También allí es posible desconectarse literalmente de todo (en muchas zonas de la región la señal telefónica se pierde a medida que nos adentramos en el monte) y descubrir en su propio hábitat toda clase de animales maravillosos.

En Tantanacuy, una posada a 120 km de Pampa del Infierno y rodeada de quebrachales,  se propone justamente “una experiencia  montaraz” y respetuosa del entorno. De hecho, el sitio fue emplazado en el antiguo cauce del río Juramento (o “paleocauce”) para evitar así la tala de árboles. Se puede hacer senderismo guiado por el monte,  caminatas nocturnas, avistaje de aves, paseos en 4 x4 y probar, ya que estamos, la maravillosa gastronomía del monte chaqueño que incluye desde el estofado de cordero hasta dulces hechos en base a frutos tan extraños como la tuna o el ucle, además de guayabas, moras y miel silvestre. ¿Qué tal?

Foto: Yacutinga.com

Data: http://chaco.travel/infoUtil-rural-desarrollo.php?id=91

En Corrientes también es posible perderse de la civilización por algunos días. ¿Dónde? En los maravillosos Esteros del Iberá, uno de los humedales más extensos del mundo, que fascina a los viajeros por su biodiversidad: hay yacarés, carpinchos, ciervos de los pantanos, pájaros del tipo que quieras y una suerte de islas flotantes de vegetales (los llamados “embalsados”) por los que hasta se puede andar sin hundirse, de tan espesos que son. Son como marañas de hojas y tallos a la deriva sobre el agua brillante, porque eso precisamente significa el nombre de estos esteros en guaraní: “I” (agua) y “verá” (brillante, que resplandece).

¿Qué se puede hacer allí? Con mirar y sentir, alcanza y sobra. El lugar está lleno de trinos, pero también de sonidos extraños como el que hacen los yacarés al relajarse al sol. Hay lugares que ofrecen caminatas, salidas en kajak y expediciones de interpretación para sus pasajeros, que en su mayoría son extranjeros en busca de lo que ya no se encuentra tan fácilmente en el resto del mundo: rincones vírgenes, sitios sin “humanizar”.

Ubicados a 120 kilómetros de la ciudad más cercana (Mercedes) para llegar a los Esteros hay que acercarse hasta la Colonia Carlos Pellegrini, una localidad con menos de 1000 vecinos, casas bajas y aire de provincia. Luego  habrá que embarcarse para aterrizar en alguno de los denominados eco-lodges o posadas emplazadas al borde de toda esta maravilla líquida y verde. Tanto la Irupé Eco Lodge (una posada casi suspendida sobre el camalotal) como el hotel Ñande Retá cumplen con la promesa de dejarte amanecer “mirando al Estero”, y entre sus propuestas incluyen tanto caminatas diurnas y nocturnas como canotaje para tomar fotografías espectaculares. ¿Qué más se podría pedir?

Data: http://nandereta.com/

http://www.ibera-argentina.com/es/esteros-ibera-irupe-lodge.html

 

 

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