Le dicen «encaje de agua». La randa es un tejido único en el mundo, realizado con hilos trabajados con ramas y agujas en el departamento de Monteros, en Tucumán. Su nombre viene del alemán «rand» (tramado) y es que, si bien está afianzado en la tradición tucumana, tiene sus lazos con la Conquista. Al principio, sólo hacían tapetes, pero hoy se lo usa en joyería e indumentaria.
Monteros está a 50 kilómetros al sur de San Miguel de Tucumán y es ahí donde se hacen esas piezas mágicas de las manos de las randeras. Hoy por hoy son parte del patrimonio cultural de la ciudad.
Con espinas de quimil, pajas de escoba, bastidores y mucha paciencia, una paciencia ancestral, este tejido que tiene ciertas similitudes con el macramé va tomando forma.
La comunidad de randeras más antigua está en El Cercado, entre Ibatín y Monteros. Allí, por pedido, un centro de mesa puede valer unos mil pesos. Lleva meses de trabajo y es una artesanía de alto valor cultural. Los productos se ven en ferias y mercados locales y todos los años se hace el Festival de la Randa. Cuando entrás a la localidad un cartel ya te anuncia que es ahí la cuna de la randa.
Aquí hay un link a un video en el que se ve un poco más de esta tradición tan hermosa:
Si vas a Tucumán y ves un trabajo hecho por una randera, sabé que las estás ayudando y estás, además, llevándote una joya que guarda los secretos de una tradición.