
Arranquemos por el nombre. Su traducción al Yiddish hace referencia a una persona «loca» dicho de manera cariñosa en la lengua de las comunidades judías asquenazíes de inmigrantes de Europa central y oriental. Y cómo no podría llamarse así, si es una locura de platos envueltos en historia, sabores e identidad. «No todo es pastrón» como dice el chef Tomás Kalika a cargo de Mishiguen y acá te contamos porqué.
Todos los platos tienen un ingrediente principal: la memoria emotiva. En cada uno se rescata la herencia de recetas de la cocina judía de todas partes del mundo. Algunos de los platos emblemáticos de este restaurante son la Flor para un Mishiguene, una coliflor rellena de kebab de cordero, dorada en horno y servida con demiglace de cordero. También la conocen como Colibondiga.
En homenaje al arenque, pescado popular entre los judíos de Polonia, Ucrania y estados bálticos, se ofrece un plato delicioso que tiene como protagonista al salmón blanco ahumado y chips de madera de olivo. Viajando más hacia la antigua Roma, los espárragos son un ingrediente que no podían faltar en la cocina judía de ese momento. En Mishiguene vas a disfrutar de un plato que combina la cocina judía italiana, la ashkenazi y la israelí y saborar unos increíbles espárragos a la plancha, corazones de pollo, ajo, cebollas confitadas y manteca de trufas.
En la carta de otoño, los comensales podían deleitarse con un baklava de nueces y pistachos combinado con helado de café turco ¿Una buena opción para irse con el corazón contento, no?
Un dato no menor… en 2018 dio un salto desde el puesto 50 al 18 en los reconocidos premios «Latin America’s 50 best restaurante». Este año abrió sus puertas en nada menos que la gran manzana, Nueva York.
«Forzados al exilio, a veces huyendo por nuestras vidas y a veces simplemente en busca de una vida mejor, los judíos hemos echado raíces a lo largo y ancho del mundo, llegando a menudo a nuestros nuevos hogares solo con un libro de rezos y la cabeza llena de recetas. A todos los lugares donde hemos arribado, nuestro pueblo ha echado raíces en la cocina.»