
Relajarse, hacerse masajes, acceder a terapias de depuración y mucho más. Belleza y energía se dan la mano en paisajes cada vez más soñados, no importa si en la selva, el campo o la montaña. ¿Vamos?
El corazón de la selva

Subirse a un barco y perderse en el verde, en los mil y un verdes del Delta del Paraná, que no es otra cosa- cuentan los biólogos- que el último desprendimiento del Amazonas. Será por eso que cada vez que uno se interna en alguno de los mil brazos del río tiene la sensación de estar viajando al corazón de la selva. Hasta este rincón encantado se llega en catamarán, andando por el río Carapachay, y aunque la construcción es cómoda y moderna, todo alrededor tiene una belleza de lo más salvaje, ideal para hacer senderismo, tomar fotografías, animarse a un paseo en kajak o simplemente disfrutar de un mate al sol, y mirando el río. Después, en el Delta Eco Spa, en el km 605 del río Carapachay, en Tigre, de lo que se trata es de dejarse mimar de otras maneras. El lugar cuenta con dos piletas exteriores descubiertas y una cubierta y con hidromasaje, sauna seco y de vapor, además de toda una batería de opciones en materia de máscaras (de fango, algas, chocolate, etc), aparatos de estética, un hermoso camino de agua con piedras (ideal para recorrerlo caminando y relajar así las piernas) y mucho más. ¿La idea? Pasar allí algunas horas y salir nueva. Literalmente.
Esteros a la vista

Los Esteros del Iberá, en Corrientes, con casi un millón y medio de hectáreas de superficie, han sido declarados Patrimonio Natural de la Humanidad por su belleza y biodiversidad. Allí se pueden avistar desde carpinchos hasta yacarés, corzuelas (una especie de venado de esta zona de humedales) y toda clase de animales hermosísimos, siempre en el marco de espejos de agua saturados de camalotes por los que un paseo en canoa se impone. Pues bien, muy cerca del corazón de toda esta maravilla se levanta una construcción de madera (un hotel por demás coqueto, en realidad) que entre sus alternativas de entretenimiento y relax (además de las caminatas, las cabalgatas y el avistaje de aves) ofrece la chance de disfrutar de una pileta al aire libre en temporada y de un pequeño spa todo el año. Ahí se puede disfrutar de hidromasaje y ducha escocesa, más que suficiente para relajarse so recordamos el paisaje de maravilla que está ahí afuera. El hotel se llama Iberá Lodge, queda a 60 kilómetros de la localidad correntina de Mercedes y se parece demasiado al paraíso.
Caricias mágicas

Justo sobre el faldeo del Cerro Piltriquitrón, en Río Negro, a pocos minutos del centro de El Bolsón y en la célebre Comarca Andina del paralelo 42 (una especie de país soñado por Tolkien, pero mudado a la Argentina) y en medio de un bosque de ensueño (hablamos de hectáreas y más hectáreas de bosque andino perfectamente conservado) se levanta un lugar para relajarse y mirar. Mejor dicho: para relajarse mirando, porque todo el lugar está saturado de enormes ventanales que permiten apreciar el paisaje sin que uno tenga que moverse de su mesa, su poltrona o su sillón. En el medio de ese espacio está Las Nalcas, un hotel y spa de lujo en el que felizmente no es indispensable estar alojado para disfrutar de sus impresionantes piscinas ni de su servicio de spa. Así es: si estás en Lago Puelo, en El Maitén o en cualquiera de los pueblitos de la comarca, podés lo mismo tomar un día en el spa y pasar por sus muchas estaciones de disfrute. ¿Nuestra recomendada? La piscina lúdica, una pileta interna y con diferentes chorros de agua para estimular desde las cervicales hasta los músculos dorsales, y todo desde la comodidad de una poltrona ubicada dentro del agua. Después hay sauna húmedo y seco, y en los dos el delicioso perfume de las maderas hace que la experiencia sea ultra gratificante. ¿Para cerrar? O un masaje o bien un paseo por el bosque del lugar, que está lleno de frutales y de flores, y que es hermoso en cualquier época del año.
Patagonia para enamorarse

Si uno tuviera que imaginar una postal de la Patagonia, sería ésta: árboles, verde, agua transparente de un lago y un cielo como de postal. Seguramente por eso quienes imaginaron alguna vez la ciudad de Bariloche soñaron también con un hotel como éste, el Llao Llao, apenas a la salida de la ciudad y ya adentrándose de a poco en lo mejor de la región andina. El hotel, de más está decirlo, es una belleza levantada en vidrio, madera, mosaicos y rumores, porque todo aquí suena a antiguo, y a verdadero. Pero sus salones (algunos de los cuales esconden encantadoras bibliotecas justo frente a un hogar encendido) son apenas una parte de este verdadero secreto del sur en donde los masajes y los tratamientos de belleza también son parte del atractivo. ¿Lo mejor de todo? Que no es necesario estar alojado para disfrutar de un Day Spa, una jornada completa de hidromasaje, acceso a las piscinas, sauna findlandés y un masaje con piedras calientes o bien uno descontracturante en el mítico Llao Llao. Por otro lado, entre sesión y sesión de tratamientos uno puede salir a dar una vueltita por los alrededores y disfrutar de alguno de los tantos recorridos de trekking que ofrece el lugar. O bien darse un paseo por el siempre divino Nahuel Huapi, uno de los lagos más hermosos de nuestro hermoso sur.
¿Sabías que…
hasta el día de hoy los especialistas no logran ponerse de acuerdo sobre el verdadero origen de la palabra “spa”? Así, mientras que algunos hablan de una ciudad balnearia con ese nombre, otros aseguran que deriva de “salute per l´acqua”, o “salud por el agua”. Igual, mientras ellos se ponen de acuerdo, nosotros podemos seguir disfrutando, ¿no?