Buenos Aires ha sido escrita por muchas plumas destacadas: tiene sus tangos, sus aguafuertes, sus poemas, sus crónicas. Pero no es la única ciudad que ha inspirado a poetas y escritores nacionales e internacionales. Hoy te proponemos recorrer Rosario de la mano de autores como Roberto Arlt, Raymond Carver, Alfonsina Storni y Juan Carlos Onetti. Y a no olvidarse -claro- de Roberto Fontanarrosa. Este recorrido completo puede disfrutarse en el libro Pequeña Rosario Ilustrada, de la Editorial Municipal de Rosario. Una guía literaria de la ciudad, un paseo de lo más disfrutable ¿Vamos?
Roberto Arlt
A mediados de 1933 el autor de Los siete locos viajó en barco desde Buenos Aires hasta Corrientes. Ahí escribió las Aguafuertes Fluviales, que no volvieron a publicarse (sólo salieron en el diario El Mundo, donde trabajaba). Al bajar del barco y caminar por Rosario destacó las «calles más limpias que el pañol de un billar«. Y escribió: «De pronto me he sentido marinero, comprendí la tristeza de navegar toda la vida, de estar alejado de las hermosas ciudades«. El recorrido, para retomar su senda, es por la estación fluvial.
Raymond Carver
Este fantástico escritor norteamericano (Catedral, Tres rosas amarillas, De qué hablamos cuando hablamos de amor, cuentos fantásticos, vueltos clásicos) estuvo en Rosario en la década del 80, cuando ya había publicado dos de sus grandes libros. Fue para dar una charla para los alumnos del traductorado de inglés. Dicen que fue una charla aburridísima pero dejó unas líneas maravillosas en las que incluye un pez que salta del agua a la luz de la luna. Caminata nocturna y solitaria al costado del río hasta la terraza del Jockey Club de Rosario. «Me llevé el recuerdo a Nueva York y más allá. Me lo llevé a donde quiera que fui«, dice, conmovedor.
Alfonsina Storni
Esta gran poeta vivió en Rosario a principios del siglo XX. Trabajo en un bar, en una fábrica de gorras, y fue corista. Fue una temporada fértil de poemas y su paseo obligatorio era una salida al arroyo El Saladillo, para hacer picnic, como muchos en esa época. Es que los picnics son un clásico rosarino y este año ya arrancaron con los encuentros nocturnos.
Unos versos:
«En festivas mañanas, bellos adolescentes
vuelan sobre canoas livianas, imprudentes,
Y sus camisas blancas contrastan con el verde
césped de las orillas que en aguas se pierde».
Juan Carlos Onetti
Este escritor uruguayo elige Rosario para el final de uno de sus personajes más importantes: Larsen, en El Astillero. No es la única vez que su ficción se ubica en la ciudad santafesina. Aquí, un fragmento de Tierra de nadie, donde aparece por primera vez en su obra donde describe a la zona del barrio Pichincha donde estaba uno de los burdeles más famosos del país al que muchos coinciden en llamar Madame Safó:
«A través de la rotura en triángulo de la capota veía pasar los portales sombríos, las luces de los faroles hundidas en el brillo de la calle. El coche corría por el barrio de los cabarets, siempre en línea recta».
Roberto Fontanarrosa
¿Dónde termina Rosario y dónde empieza Fontanarrosa? Tan fuerte ha sido la influencia de esta ciudad en su obra que los bordes se disuelven. Caminar por esta ciudad es caminar en su recuerdo. Él nació aquí en 1944 y murió aquí en 2007. Un amor eterno que queda plasmado en su obra. El Puerto, como para muchos, fue siempre una fuente inagotable de inspiración:
«Me gusta Rosario cuando llega el invierno. Cuando caen las primeras nevadas y por el Paraná bajan los grandes bloques de hielo. De chico, yo subía a la terraza de mi casa, me trepaba a un pilar y desde allí veía, entre algunos edificios, pedazos del río y el rayón verde de la isla. También divisaba los hielos, derivando aguas abajo de la misma forma que hacían los camalotes durante el verano.»