El poeta chileno dejó varias huellas en Argentina. No sólo amistades y redes literarias, también hay una historia que lo recuerda cuando en 1949 estuvo de incógnito en el país y se refugió, luego de un difícil cruce de frontera, en la zona de San Martín de los Andes. Acá te contamos cuál fue su recorrido y los modos que encontraron los lugareños para recordarlo.
Primero, lo primero ¿Por qué el poeta entró de incógnito? En Chile por aquel entonces, en 1949, gobernaba Gabriel Conzález Videla, que en épocas de la Guerra Fría había proscrito al Partido Comunista, al que pertenecía el autor de Veinte poemas de amor y una canción desesperada. Neruda fue uno de sus grandes antagonistas. Lo llamó «rata», lo acusó de ser amigo de los nazis, y de ese enfrentamiento vino una persecución que lo llevó a vivir oculto en varias partes de Chile hasta que decidió cruzar la cordillera para ir a Europa desde Argentina. Para ello, atravesó el paso Ipela, un lugar que antes era conocida como la ruta de los contrabandistas.
Antes de dejar su país, en una choza que estaba en al frontera, el poeta escribió: «Hasta luego, patria mía. Me voy pero te llevo conmigo.». Luego se internó en la zona que hoy ocupa el Parque Nacional Lanín.
En el camino entre un país y otro, Neruda vio la ruma, una montaña de ramas que se arma en honor a la cordillera, para solicitarle, en ese ritual, el permiso para cruzarla por medio de una danza para rendir honores. Un viaje agitado y, a la vez, entregado a la magnificencia de la naturaleza.
Hoy el recorrido se puede hacer con facilidad, porque los caminos así lo permiten, pero entonces no había sido nada fácil para el chileno llegar a territorio argentino.
«La selva andina austral está poblada por grandes árboles apartados el uno del otro. Son gigantescos alerces y maitines, luego tepas y coníferas. Los raulíes asombran por su espesor. Me detuve a medir uno. Era del diámetro de un caballo. Por arriba no se ve el cielo. Por abajo las hojas han caído durante siglos formando una capa de humus donde se hunden los cascos de las cabalgaduras. En una marcha silenciosa cruzábamos aquella gran catedral de la salvaje naturaleza«, escribe Neruda en el libro que recoge las memorias de aquellos años, Confieso que he vivido.
También estuvo por el lago Queñi, ubicado en el departamento Lácar. Desde hace un tiempo, todos los años un grupo de personas realiza una procesión por ese camino, encontrándose en el inicio de la senda, pasando por el vado del arroyo Queñi, y siguiendo el lago. Es una caminata de unas ocho horas. En Chile, por su parte, también hacen la ruta de Neruda hasta completar sus pasos. El paisaje deja ver todo lo que el poeta pudo contemplar en aquellos días de huida. Acá hay un video de la caminata argentina de este año, organizada en marzo por la Biblioteca Popular 9 de Julio.
Cuando arribó a San Martín de los Andes, Neruda fue al hotel más lujoso del lugar. Hoy por hoy la localidad ha crecido en servicios y tamaños, pero en aquel entonces había dos opciones. El que eligió era tan exclusivo que ni él ni sus acompañantes estuvieron a la altura de las expectativas. Pero justo cuando empezaban a irse, echados por el dueño, alguien dijo: «—Alto! A los chilenos no se les echa de ninguna parte. Aquí se quedan» . Era un influyente personaje el que hablaba y lograba así que se quedaran en ese lugar elegante, visitado por importantes figuras de la época, el Hotel de los Andes. Hoy el lugar funciona como Hostería de los Andes y es uno de los pocos que resisten desde tiempos tan remotas. Todo ese recorrido histórico se sabe gracias al trabajo de la investigadora Ana María Mena. El resto de la historia de Neruda se puede rastrear en sus memorias.
No todo es aventura, buena comida y relax. Los lugareños en San Martín de los Andes suelen aprender ese recorrido. Siempre aparece alguien que pregunta por el rastro del poeta. Si vos sos uno de esos que buscan algún detalle más, con paciencia y buena onda, alguna historia, convertida en perla, seguro te podés llevar.