Está cerca, tiene un paisaje contundente y ofrece el relax de las termas como promesa de desenchufe de las corridas cotidianas. Colón, en Entre Ríos, está a 320 km de Buenos Aires. Unas tres horas de recorrido en auto. Con un mínimo de orden, podés organizarte para disfrutar de termas, río, historia y el Parque Nacional El Palmar. Acá te armamos un posible recorrido por la llamada capital provincial del turismo en Entre Ríos.
- Disfrutá del viaje.
En el camino, la región del litoral va tomando forma de manera gradual, hasta pisar fuerte y mostrar todo su esplendor. Una vez que se cruza el puente Zárate Brazo Largo (que se conecta con la ruta Nº 12, luego empalma con la Ruta Nacional Nº 14) empiezan a asomar los verdes totales al costado de la ruta y los puestos de comidas aparecen gradualmente, primero de forma más esporádica hasta que luego adquieren una regularidad que los vuelve parte del paisaje. Pequeñas casillas de techos bajos en las que carteles anuncian venta de pan casero, de escabeche de yacaré, chacinados. Parar en ellos para comer un poco antes de llegar a Colón se vuelve un recreo que da energías para encarar el último trecho de camino.
Ok, llegás, te instalás, almorzás. Colón es un lugar repleto de lugares para alquilar, con un centro pequeño pero equipado y amplia oferta de locales de comida. Si pasó el mediodía y querés aprovechar lo que resta del día, visitá la costanera, con una larga fila de árboles para estar a la sombra y arena prolija para sentarte cerca del agua. También tenés el Puerto, y cuando estás ahí, luego de mirar las embarcaciones , no te pierdas el Sótano de los Quesos, un local antiquísimo donde venden productos regionales. Fue construido en piedra en 1786 y al entrar podés sentir el aire fresco de otra época. Hay varios circuitos históricos para hacer en Colón. Uno bien interesante es el que recorre el pasado masón a través de edificios de la ciudad. Luego, la opción que no falla es la de volver a la playa y disfrutar de todo el esplendor del río Uruguay, del agua que corre mansa y se mezcla con los tonos del atardecer. Ahí ya te ponés en sintonía con el ritmo litoraleño.
- Las termas. Un día de relax.
El parque termal de Colón es amplio y con varias piletas. Si vas con niños y te toca buen clima, van a disfrutar seguro de los toboganes de agua y las piletas. Cerca del río, además, la vista es refrescante. Avanzando en el extenso predio, tenés varias opciones, con piletas con agua termal de diferentes tamaños y temperaturas. Ese día lo podés pasar ahí, entregado a la tibieza, a aflojar los músculos, a descansar.
Para la noche, si te quedan pilas, una buena opción es ir a la Peña Don López, donde se arman buenos bailes de chacarera y podés disfrutar de unas ricas empanadas con vino. La gente del lugar va con pilas y la idea es bailar y sumarse a las danzas que ahí se arman, o disfrutar desde la mesa de un lindo espectáculo.
- Parque Nacional El Palmar. Algo más que palmeras.
Acá podés ir en auto y avanzar con él en los distintos recorridos. Dejarlo al comienzo de cada sendero, hacerlo, y volver a subir para llegar a la nueva parada. Hay diferentes pasos que descubren los secretos de la fauna y la flora local. Espacios armados sobre el entorno natural, hechos para descansar, y lugares bien señalizados.
La frutilla del postre es llegar a donde comienza el río y ver lo magistral de este paisaje litoraleño. Si tenés suerte (dicen que es mejor al atardecer) podés ver algunos de los animales de la zona. Llevá para comer y para tomar pero, si te olvidaste, de todos modos aquí hay un puesto para poder comprar algunas cosas.
- El Molino Forclaz
Un último paseo para el último día, en la afueras de Colón. El Molino Forclaz es un antiguo molino de viento. Lo hizo un inmigrante suizo que le da el nombre en 1859. Es Monumento Histórico Nacional. Lleva una historia que guarda una gran ironía: fue hecho para moler granos en territorio del granero del mundo, pero en un lugar en el que los vientos no eran bravos, como podrían ser en la Patagonia. Grandes aspiraciones y geografías equivocadas. Hoy se lo puede visitar junto a una casa y unos galpones que resisten y muestran cómo era la vida de los inmigrantes de la Colonia San José.
Te queda un rato más. Visitá el Teatro Centenario, sentate un rato en la plaza a ver la gente pasar, visitá la librería que está ahí cerca. Las últimas horas siempre son buenas para bajar las exigencias y contemplar. Hay que prepararse para volver a la ruta.