Un palacio levantado siguiendo a La divina comedia y con un duplicado en Uruguay. Un palacio en donde se soñó con guardar las cenizas del Dante. Un palacio que, una vez al año, se alinea con el eje de la Cruz del Sur. Un palacio misterioso, y que es posible visitar. ¿Vamos?
Dos hombres (dos italianos, llegados a fines del siglo XIX a la Argentina) y hermanados por el común amor al poeta Dante Alghieri y su máxima obra: la Divina Comedia. A uno de ellos, llamado Luiggi Barolo, le tocó la fortuna. Llegó a nuestro país cerca de 1890, con la segunda gran oleada inmigratoria, y se hizo rico gracias a los telares y los tejidos.
Al otro, llamado Mario Palanti, le tocó el arte. La belleza de las líneas: se hizo arquitecto. Se recibió con honores en Milán y se vino para América, justo en vísperas del Centenario de Argentina y cuando a Buenos Aires ya se la consideraba un brote de París en el sur. Los dos hombres se conocieron, o se conocían incluso de antes: algunos investigadores aseguran que formaban parte de una logia, la Santa Fede. Una logia secreta, emparentada con los Templarios, cuya orden fue prohibida por el Papa en el siglo XIV.
Como haya sido, los dos tenían en común algo más que la nacionalidad y algunas ideas. Ambos admiraban absolutamente al poeta renacentista Dante Alghieri. Tanto, que inspirados por la Divina Comedia pusieron manos a la obra. Había que levantar un palacio en su honor. Uno que lo recordara de mil y un modos. Y eso es, hasta el día de hoy, el Barolo, ubicado en el 1370 de la Avenida de Mayo: un poema vertical. Un secreto a la vista, con tantos metros de alto como cantos tiene la obra (cien), dividido como ella en tres secciones (Infierno, Purgatorio y Paraíso) y con tantos pisos como estrofas tiene cada canto: veintidós. Coronándolo todo, un faro. Pero uno un faro cualquiera, sino uno tan poderoso que alguna vez tuvieron que dejar de encenderlo porque el brillo de sus bujías desorientaba a los barcos que intentaban poner rumbo al puerto de Buenos Aires.
En busca del Dante
¿A qué semejante proyecto? ¿Qué habrá llevado a un hombre rico y a un arquitecto exitoso a embarcarse en un plan como éste, que por lo demás estuvo lleno de desafíos, problemas y gastos extraordinarios desde el principio? Tal vez haya que recordar, para poder entender todo esto, otra parte de la historia no muy comentada: la idea del empresario era traer (¡a Buenos Aires!) las cenizas del Dante, para enterrarlas nada menos que en Palacio Barolo y así protegerlas de las guerras atroces que ya se daban en Europa.
Imaginó pues un lugar no sólo seguro, a kilómetros de las bombas, sino también a la altura del genio que terminaría alojando. Por eso hay una correspondencia inocultable entre la métrica del poema y las medidas del edificio. Por eso las frases de Dante se leen en los techos, aquí y allá. Por eso, también, el arquitecto Palanti viajó en un momento de regreso a Italia (a Trieste) a realizar una escultura que mostraba a Dante ascendiendo a los cielos. La hizo, la terminó, la trajo a Buenos Aires. Pero la escultura desapareció y, poco después, Barolo (el financista de toda esa epopeya), era encontrado muerto. ¿Qué había pasado?
Algunas versiones dicen que dentro de la escultura robada se ocultaban, secretísimas, las cenizas del Dante. Que, en realidad, la escultura era la tumba del poeta y que-tras el robo- Barolo no habría podido resistirlo que por eso se habría suicidado.
Pero todo eso son sólo especulaciones. Lo cierto es que nos ha quedado aquí, en plena ciudad, un palacio misterioso que podemos visitar cuando queramos. Hay visitas guiadas (incluso nocturnas) con guías que cuentan la historia mientras trepamos. En los primeros días de junio de cada año tiene lugar una subida especial porque, por esos días, el eje de la Cruz del Sur se alinea con el eje del Palacio Barolo. Y no, claro. Tampoco eso es casualidad.
¿Sabías que….
El Palacio Barolo tiene una especie de clon del otro lado del Río de la Plata? Se llama Palacio Salvo, se ubica en la avenida 18 de Julio, en Montevideo, y también fue levantado por Mario Palanti. Tiene exactamente las mismas medidas que su par porteño y eso también ha servido para aumentar el misterio y las preguntas. ¿Para qué dos palacios idénticos de uno y otro lado del río, y casi en espejo? ¿Habrá tenido que ver todo esto también con la misteriosa logia que hermanó al financista y al hacedor de ambos edificios? El misterio sigue. La fascinación, también.
Obvia idolatría de fanáticos en nombre del Arte..más allá de su innegable belleza y misterio..dedicar vida y fortunas a un hombre ? A que tan desmedida admiración rayana en la obsesividad duplicada ? Las patologías del humano no reconocen limites..