Estamos en el corazón de la Puna, a apenas 80 kilómetros de la frontera con Bolivia. Estamos en las afueras de Abra Pampa, a 20 kilómetros. El paisaje es inesperado: hay dunas. Podemos caminar sobre ellas, deslizarnos, fantasear que andamos por el desierto del Sahara, pero con cerros alrededor, con un río bien cerca, con la mirada curiosa de alguna llama que asoma por ahí. Estamos en el Cerro Huancar. Su nombre lo dice todo: huancares son los cerros de arena.
Además, la zona tiene muchas leyendas a su alrededor. El Museo Arqueológico de Leopoldo Abán de Abra Pampa rescata algunas. Dicen que allí habita un diablo blanco, y las brujas lo visitan y festejan. Dicen que hay apariciones, y que los gauchos no se animan a caminar allí solos por la noche.
¿Qué se puede hacer allí? Trekking, sandboard, o sentarte y deslizarte hacia abajo. Un tema: conseguir la tabla si querés hacer sandboard. No es tan fácil pero se encuentra. Hay un hotel, el Cesarito, que las alquila.
Hay otras excursiones que se contratan desde Tilcara o Purmamarca, y que lo contemplan en su parada. Ahí todo el servicio incluye las dichosas tablas y hay instructures que te dan algunas ideas para poder usarlas. Van y vienen en el día.
La zona es conocida también porque hay un festival célebre de folclore que lleva su nombre: Festival el Huancar. Se realiza todos los eneros y llegan copleros de todo el país para despuntar su talento.
Y hay otros huancares en Jujuy: Yacoraite, Juella, Susques, Taire y El Moreno son otras opciones.
¿Sabías que…
Abra Pampa alguna vez fue llamada «La Siberia argentina» por el frío extremo de su zona? Finalmente, quedó el nombre que conocemos hoy.