¿Cuáles son y dónde quedan esos refugios de la porteñidad hasta donde llegan viajeros de todo el mundo a probar suerte con el 2×4? Calzate los zapatos y vamos a conocerlos.
Para muchos turistas que llegan a nuestro país, pasar por Buenos Aires sin haber visitado una tanguería es casi un sacrilegio. ¿Cómo decir que se estuvo al pie del Obelisco y en las tierras de Gardel sin haber ensayado al menos un par de pasos en alguna milonga? ¡Imposible! Por eso, y desde hace tiempo, los reductos tangueros florecen en la ciudad y hasta es posible averiguar muy rápidamente qué milonga visitar sin hacer demasiado esfuerzo. La página www.hoy-milonga.com permite de hecho conocer qué locales están abiertos cada día de la semana, cuál es la dirección y desde qué hora se puede acceder a tomar algo, cenar o directamente tanguear. En algunos casos, desde ya, primero se da una clase como para que nadie salga a la `pista demasiado perdido y después sí, se arma el bailongo.
Pero, como en todo, también en materia de tanguerías hay que investigar un poco para no meter la pata y quedar, como diría el tango, “como un mequetrefe”. La razón: cada milonga, cada espacio, tiene su código, su fauna, sus exigencias. A algunos de esos lugares se puede ir sin tener demasiada idea de coreografía y a otros más vale no acercarse si no se sabe bailar y bien, porque el aburrimiento será total. Lo mismo vale para los requisitos de indumentaria: hay milongas a las que se puede ir en remera y jeans, pero otras en las que es imprescindible llegar vestidos para la ocasión (saco y pantalón de vestir los hombres, vestido y taco reglamentario, las mujeres). Pero ahora basta de palabras, que ya suena la música y es hora de bailar. ¿A dónde? Acá.
La Viruta
Ubicada en Palermo, barrio de tradición tanguera si los hay, y definida como “tango club”, este salón es amplio y amable con los recién llegados. Hay clases todos los días y no importa si sabés mucho, poquito o nada porque se dan lecciones en seis niveles de exigencia y seguro en alguno vas a poder sentirte cómodo. Dan tango y milonga pero también hay clases de bachata y swing, como para que nadie se quede afuera. Además podes cenar o tomar algo mientras milongueás, y disfrutás a música de la orquesta en vivo. Mejor, imposible.
https://lavirutatangoclub.com/
El beso
Queda en Riobamba 416, primer piso, y se define como una “casa de tango”. Atentos aca: van sobre todo profesionales y como el espacio no es tan grande, es fácil advertir quién sabe bailar y quién no. ¿A que viene este comentario? A que los tangueros de ley miran cómo te movés antes de invitarte a bailar y si nos sos muy ducha, vas frita. ¿Lo bueno? Hay clase y milonga todos los días y en diferentes horarios (incluyendo los fines de semana) como para que nadie se quede sin aprender ni sin bailar, llegue a Buenos Aires en el día que llegue. Pero, va de nuevo: esta es una de las milongas que los aprendices de tango deberían dejar para el final, porque siempre hay muy buenos bailarines en la pista. Mejor aprender primero y milonguear después.
¿Más data? Aquí: http://elbeso.com.ar/clases-tango-buenos-aires/
La Catedral del tango
Queda en Almagro, es una suerte de centro cultural en donde conviven con la danza y la música otra clase de expresiones artísticas (la pintura, por ejemplo) y dicen los que saben que el verdadero espíritu del tango está aquí, en esta especie de galpón gigante que alguna vez fue deposito de granos y luego matadero. Son 600 metros cuadrados de pisos de madera, con techos altísimos, aire nostálgico y gente con ganas de abrazarse y bailar, cuando no de estuchar los compases de la orquesta típica. Abre todos los días hasta la madrugada y se puede comer o tomar algo, aun cuando la idea de ir hasta allí es básicamente la de bailar o escuchar música. Lo bueno es que el público está bastante mezclado y podés toparte con gente muy joven, viejos tangueros y también muchos turistas con ganas de aprender a bailar.
Club Gricel
Queda en el barrio de San Cristóbal, en La Rioja 1180. Abrió en 1994 y no es otra cosa que el sueño de un padre y un hijo (ambos amantes del tango, desde ya) que imaginaron un lugar al estilo de los salones de 1950. El código de vestimenta dice que sólo se admiten bailarines y bailarinas ataviados en “elegante sport”, a los que se invita no solamente a bailar sino también a cenar en alguna de las tantas mesas que rodean a la pista de baile de más de 100 metros cuadrados. Y si no sabés bailar, éste es también un buen lugar para aprender porque todos los días hay clases por la tarde. Si te enganchas en las lecciones, tiene premio porque a la milonga del sábado entrás gratis. Lunes, miércoles y viernes se baila desde las ocho de la noche, y el sábado la fiesta comienza después de las diez de la noche. ¿Vamos?
¿Sabías que…
A comienzos de este año La Catedral Tango Club fue declarada “de interés cultural porteño”? No es casual: tanto su arquitectura como su rol como centro cultural y de difusión del tango así lo ameritan. ¿Qué estás esperando para conocerla?
Desde que lo conoci al tango .no lo pude dejar jamas .tengo raices d tanguera .mi abuela amaba elntango .me hacia cantar el tango y tenia un tio mariomluna que era cantor .