Un pequeño patio bien verde, lleno de árboles, en Atocha, a pocos kilómetros de Salta capital. Un espacio que guarda en su adn el gesto poético de un hombre que buscó darle lugar a las aves que mueren. Un cementerio de pájaros que aseguran es único en el mundo ¿Acaso hay lugares más particulares que este?
Vení, te contamos su historia.
José Solís Pizarro fue un poeta, hijo de los primeros habitantes del pueblo, y un día decidió que ese patio de su casa sería lugar de descanso para los pájaros que fallecen. Tenía 16 años cuando tuvo esa idea y la puso en práctica. Hoy todavía existe esa casa, y es habitada por las generaciones que le siguieron. Es un espacio de cultura e historia y hasta allí llegan todavía personas con sus pájaros muertos, para darles entierro. Hay un dato clave: en el norte hay una larga tradición de criadores de canarios, así que en especial llegan con esas especies.
La casa de Solís Pizarro es baja, pintada de rosa, y tiene alero. Afuera está el cementerio. Hay lápidas talladas en las que se leen versos. Hay pinturas de pájaros y un colchón suave de silencio.
Atocha está en el municipio de San Lorenzo. Allí, Solís Pizarro quizo fundar la República Lírica de Atocha, que sería la patria de todos los poetas del Norte. Algo de eso queda, los versos, las aves que vuelan alrededor de ese precioso patio, y una historia que canta alrededor de un lugar tan secreto.
Son unos pocos minutos los que lo separan de Salta Capital y si te gustan los lugares particulares, valdrá la pena conocerlo.
