Café Tortoni: El refugio de la nostalgia

Café Tortoni: El refugio de la nostalgia

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Es el café más antiguo de la Argentina y también lugar de peregrinación de turistas en busca de una foto, una historia…¡o un chocolate con churros! Vida y milagros del gran café porteño.

Hace 160 años, un francés llamado Jean Touan tuvo la idea de montar en la pujante Buenos Aires de esos días un café al estilo de los de París. Tal vez por eso, cuentan los historiadores, tomó prestado el nombre de un café parisino ubicado en el Boulevard des Italiens y lo bautizó igual: Tortoni. Después, el tiempo y el olvido irían nublando el recuerdo y la ubicación original de ese pequeño café fundado en Defensa al 200 y- luego de algunas mudanzas- trasladado adonde está hoy: Avenida de Mayo 825.

Pero hoy, claro está, de pequeño el Gran Café Tortoni, como su nombre lo indica, tiene poco y nada. Cuenta con más de cien mesas hechas en roble y mármol verde, sillas oscuras que refuerzan el aire tradicional de todo el conjunto, unos vitrales preciosos, muchos cuadros y esculturas que recuerdan a sus célebres clientes (Gardel, Borges, Alfonsina Storni, Benito Quinquela Martín) y todo en él parece pensado para viajar en el tiempo con sólo sentarse a tomar un café.

Es habitual que en la puerta de entrada del Tortoni, no importa qué día sea, los turistas formen fila para entrar a tomar algo y, de paso, registrar ahí su paso por Buenos Aires. Es que no hay café más porteño que éste ni otro que lo iguale en historia ni en anécdotas. Elegido como uno de los bares notables de la ciudad, por sus salones ha pasado gran parte de la historia política y cultural de Argentina. De hecho, el segundo de sus dueños, el también francés Celestino Curuchet, permitió que desde el 24 de mayo de 1926 funcionara en la bodega una peña artística y literaria que se volvería célebre y sería reconocida, justamente, como “la Peña del Tortoni”.

Este espacio fue creado a instancias del artista Benito Quinquela Martín, quien  le pidió a Curuchet un lugar adonde reunirse con sus creadores de noche, arte y bohemia. Y como el dueño del café consideraba que los artistas no gastaban mucho pero aportaban prestigio al lugar, aceptó encantado. Así, por casi veinte años –la peña se terminó el 19 de octubre de 1943- ese reducto subterráneo fue el lugar preferido por cierta intelectualidad para reunirse, intercambiar ideas y conocer lo nuevo en el mundo de arte.

Fueron parte de estas reuniones poetas como Bardomero Fernández Moreno y Alfonsina Storni, poetisa que tuvo el nada menor privilegio de participar activamente de reuniones exclusivamente masculinas. Hoy, en un rincón del Tortoni, una estatua la recuerda junto a Jorge Luis Borges y a Carlos Gardel. Más aún, uno de los salones del lugar lleva su nombre. Sin dudas un homenaje no sólo a la enorme poetisa que fue sino también a su rol en la lucha para que  las mujeres fueran admitidas en los ámbitos de discusión cultural.

Pero si de innovación se trata, sin dudas este mítico café también fue el primero en muchas cosas. Por caso: el Tortoni fue el primer café porteño en poner mesas en la vereda, al estilo de los bares europeos. Sucede que a fines del siglo XIX, cuando se ensanchó  la Avenida de Mayo para asimilarla a los grandes boulevares de París, su dueño francés se sumó a la “movida” y sacó mesas y sillas a la vereda. Fue también el Tortoni el primer bar en tener una máquina de café express, toda una novedad por aquellos días.

Aunque sin dudas fue el componente arquitectónico y cultural el que le aseguró su  ingreso a la historia grande de los bares del mundo. En efecto, hoy el Gran Café Tortoni es considerado como uno de los diez cafés más importantes del planeta (comparte ese honor con el Imperial, de Praga, o con esa otra maravilla que es el Café Florian, en Venecia) y es por eso que apasiona a los viajeros. En especial a los fanáticos del tango que visitan Buenos Aires y no pueden evitar tomarse una foto al lado de la imagen de Carlos Gardel, quien cantó dos veces en el lugar. Una de ellas, en honor al dramaturgo italiano Luiggi Pirandello. Hasta hoy, de hecho, en la Bodega en la que durante años se reunieron tantos intelectuales a cantar y conversar, tienen lugar distintos shows de jazz, mientras que en la planta superior siempre hay espectáculos de tango que hacen delirar a los turistas.

Más allá de su propuesta musical, de conferencias y de charlas (aquí también se hacen presentaciones de libros y conversaciones con escritores) otro dato central es el menú. Como ya te contamos en otra nota, el Tortoni es famoso por su chocolate con churros y por servir una delicia de otra época: aquella “leche merengada” que hoy sólo sobrevive en antiguas canciones infantiles. Por todo eso, hay que visitarlo. Una vez, y mil más, mientras el tiempo sigue pasando.

Sabías que….

Este café aparece mencionado en textos de varios autores argentinos? Desde Manuel Mujica Lainez hasta Baldomero Fernandez Moreno, muchos han aludido al Tortoni en sus obras. ¿Qué tal?

 

 

 

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