El arroyo más lindo de Córdoba

 Por Martín González

 Periodista

Existen pocas maneras más inmediatas de conseguir detractores y hasta enemigos mortales que elegir un arroyito de Córdoba – uno solo-  por sobre cualquier otro. Y sin embrago acá estoy, dispuesto a hacerme odiar. Es lógico que, en una provincia en la que los saltos de agua de distinto tamaño, forma y color aparecen casi en todos lados, éste sea un tópico muy discutible. Fui por primera vez a la provincia cuando tenía siete, ocho años, y desde entonces no paré más, así que los entiendo. Si uno pondera un río del valle de Calamuchita, aparecerá el fanático de Traslasierra para contradecirlo, y todos tendrán argumentos válidos para hacerlo. Y, sin embargo, acá estoy, para defender que Tres Cascadas, bien cerquita de Ascochinga, tiene el arroyo más lindo de toda la provincia.

¿Es este salto más grande, con más agua, con más vegetación, con mejor sonido que todo el resto? Bueno, no, tal vez no, el salto en sí está a la altura de cualquiera, pero no es más que cualquiera. El nombre ayuda al inicio de la descripción. Es una cascada bastante ancha, que se quiebra en tres escalones de casi idéntica altura, y que en total debe rondar los diez metros de altura. Está rodeado por todo eso que grita ¡¡¡Córdoba!!! a los cuatro vientos. Están los sauces metiendo la cabellera en el agua fresca, el viento liviano y cargado de olor a hierbas, y el brillo amarillo que devuelven todos los pedacitos de mica que el río arrastra.

Entonces ¿Por qué es mejor que el resto? Bueno, una de las cosas que lo hace mejor es el camino para llegar. Saliendo desde la ciudad de Córdoba hay que seguir hasta el aeropuerto y desde ahí por la autovía que encadena Mendiolaza, Unquillo, Río Cevallos, hasta llegar a Ascochinga. Autovía. No es poca cosa, ¿no? Y desde ahí por una ruta provincial bellísima que se va rizando y ondulando bajo álamos y lapachos que le ponen un techo al camino hasta que finalmente desaparece, y se vuelve una travesía serrana de ripio.

Unos cincuenta kilómetros en total. Alguien podrá argumentar en este punto que también hay autopista a Villa Carlos Paz, y que si no nos gusta tanto lo urbano se puede seguir un poco más y llegar a las playas de Icho Cruz. Y es cierto, Icho Cruz es precioso. Pero los desafío: Traten de hacer ese camino en Semana Santa, o en un domingo de verano. En cambio, los cinco o seis kilómetros que hay que hacer subiendo por el ripio hasta llegar a Tres Cascadas espantan a los menos aventureros, y hace que en cualquier momento del año el lugar este lejos de desbordarse y perder esa calma siestera que uno le demanda a este tipo de viajes

¿Oferta gastronómica? Casi ninguna. En días muy concurridos, cuando llegan más de veinte personas, un hombre vende salamines a la sombra de un tala. Si llegan temprano tal vez tiene queso y galleta, pero yo no me arriesgaría. Recomiendo llevar un disco de arado y una bolsa de leña, y con todo el mimo y la prudencia del mundo, disfrutar de la experiencia. Con esto sumo a los ecologistas a mi lista de enemigos, pero si uno es respetuoso del lugar puede hacerlo y no dañar. Si les parece muy complicado, los sandwiches también valen. Y tiene una ventaja adicional. A diferencia de muchos otros lugares, con playas más anchas y alquiler de parrillas, aquí el ruido de las cascadas es tan intenso que silencia a los vecinos molestos. Solamente la cascada y nuestra voz interior ¿No están convencidos todavía? Son duros.. pero presten atención: Tres Cascadas es el lugar que eligieron para que Diego Torres nos venda agua mineral. Si a la compañía le pareció que el lugar representaba naturaleza, frescura y transparencia, quién soy yo para contradecirlos?