Hoy viajamos a Santiago del Estero. Vamos a las raíces, a la tierra, a los sabores. Te proponemos un viaje a través de los sentidos por esa flora que es parte de la gastronomía santiagueña y que habita en canciones, en poesías, y en el imaginario popular. Además, claro, de reinar en un recetario tradicional que forma parte de la identidad de esta querida provincia.
¿Vamos?
El rey del monte
Arranquemos por él: el algarrobo. Con su fruto, que por lo general se muele en morteros tradicionales, se hace esa harina dulce con la que se cocinan el Patay (una especie de torta o de pan que fue consumida por muchos pueblos originarios), los Moroncitos, tantísimos otros platos deliciosos. Los alfajores son apenas un ejemplo.
y de ese mismo fruto del agarrobo se hace la aloja, una bebida que conoce los secretos de las chacareras y todas las celebraciones de la región.
El gen santiagueño
Ahora vamos con esta especie que tantas canciones ha ganado: el mistol, un árbol de ramas abundantes y espinosas. Con su fruto -híper nutritivo- se hace el bolanchao es uno de sus preparados más tradicionales, una bola de pasta dulce que encanta a todos.
¡Y que no nos falte el chañar!
Ese paraíso hecho dulce, que tan bien acompaña al quesillo, le debe todo a este árbol que tanto ha acompañados a los pueblos originarios. El rey del monte, el que florece a mitad de octubre y permite mil usos. Hay quienes hacen té con su corteza para combatir problemas repiratorios. Su madera se usa para fortalecer alambrados.
¿Sabías que…
El arrope de chañar es considerada una de las primeras golosinas de la humanidad? ¡Mirá cómo es de antiguo!
