Por los senderos del gusto

Por los senderos del gusto

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Foto: Feria Caminos y Sabores / Facebook

Todavía resuenan los ecos de esta feria que es un deleite de los sentidos. Para que el año que viene no te la pierdas, te compartimos este paseo que nos permite tomar dimensión de las delicias y sensaciones que se viven por esos días en esos pasillos en los que se congregan todos los sabores nacionales en un sólo lugar. 

Por Paula Cebollero  

(Especial para Descubrir Turismo)      

 

«Qué rico es reencontrarse”, se lee  en el folleto entregado a la entrada de la feria. Un despliegue enorme con stands y colores diversos dice que hay fiesta en La Rural. Y más que eso: sabores. Texturas. Olores. Todo invade el espacio y abre el abanico de posibilidades para recorrer. La propuesta es clara: nueve caminos gastronómicos, nueve rutas posibles para explorar los sabores del país. 

En el aire, el murmullo de personas que charlan y comen, miran y preguntan. Hay entusiasmo y energía en el ambiente, ojos que van y vienen tratando de absorber todo lo que se pueda. En todas las direcciones hay stands diversos, nuevas posibilidades, descubrimientos, todo a disposición para vivir una experiencia gastronómica de la mano de los expertos productores. La feria es un mar de  productos autóctonos de diversas regiones del país acompañado, también, por las tradiciones y cultura de cada lugar.  Más allá del disfrute en cada bocado, encantan también las vestimentas, utensilios e imágenes que cuentan más sobre las historias ocultas detrás de los stands. 

Foto: Feria Caminos y Sabores / Facebook

 

A pesar de lo colorido de la feria en su conjunto, sin duda son los pequeños detalles son los que llaman la atención. Manos pasando los productos detrás del mostrador hacia la gente, charlas entre los expositores y los curiosos que hacen una parada para conocer más. Y más: los ojos de los productores encendiéndose cada vez que explican que hacen, los abrazos entre los miembros de los stand, las familias enteras trabajando detrás de los mostradores. Historias de sueños: eso es lo que respira sólo quien logra prestar atención. Las palabras y los ojos apasionados de muchos emprendedores se vuelven el corazón de esta feria (de esta fiesta) y le ponen otro latido al barrio de Palermo.  

El bocado sorpresa 

¿La primera parada? La cocina azul, donde uno de mis twitteros gastronómicos favoritos –Facundo Milanesi– preparó una receta en vivo. La cocina azul es un espacio abierto en la feria, montado para que distintas figuras del mundo gastronómico puedan mostrar lo que mejor hacen. Milanesi lo cuenta así: “Estamos en un evento donde hay emprendedores de todo el país, mucho esfuerzo, muchas ganas. También somos productores y estamos admirados de lo que se pueden encontrar acá”, dijo, mientras preparaba quiche de hongos patagónicos con peras al vino blanco y queso azul.         

Foto: Feria Caminos y Sabores / Facebook

                                                                                               Fuera de la feria, en la vida real, Facundo es el creador de El Bocado, emprendimiento de  garrapiñadas y snacks salados elaborados artesanalmente. Pero aquí- entre chistes y un poco de nerviosismo- cocinó dos  preparaciones con productos de su región.  Dos recetas, según él, “APB”, sigla que dejó a libre interpretación del público y que terminó en una carcajada colectiva.

“Durante la pandemia”,  se sinceró después, “nos preguntamos mucho  cómo comunicar y difundir la gastronomía local.  Por suerte después nos convocaron desde la municipalidad de Villa La Angostura con el programa “Cocina de montaña” y a partir de eso pudimos estar presentes  en este tipo de eventos. Hace trece años las preocupaciones de Facundo eran otras. Vivía en Buenos Aires y se dedicaba a las finanzas, hasta que se quedó sin trabajo y decidió poner “manos a la olla”. Estudió cocina y en 2014 se mudó a Villa La Angostura, donde comenzó a trabajar como heladero. En el contexto de la   pandemia decidió empezar a mostrar su hobby y sus famosas garrapiñadas en las  redes sociales. El efecto multiplicador no se hizo esperar y hoy sus productos se distribuyen tanto en  Argentina como en varios países del exterior.

Buscando el mango en una botella
Foto: Feria Caminos y Sabores / Facebook

 

En uno de los pasillos, en una de las botellas de cerveza artesanal, una etiqueta con una palabra que llama la atención: mango. Después, lo de siempre (el convite) y lo que nunca: un sabor  que mezcla amargo y dulce de un modo único. ¿Qué era todo eso? Fernando Vallejos, gerente comercial de la marca de cerveza artesanal Okcidenta, explica cómo tanta originalidad vino con premio. Y dice:“En 2019 fuimos elegidos como la mejor cervecería de Argentina y Latinoamérica. Tenemos 29 medallas internacionales,  hacemos muy buenos productos. Usamos insumos de buena calidad y materia prima importada”. Esta cervecería artesanal es oriunda de Santa Fe capital, donde cuenta con tres taprooms (un bar adonde las cerveceras sirven sus propias cervezas) y participaron de la feria con la idea de  darse a conocer, mostrar su producto y lo que hacen. Más allá de las ventas, resaltan la importancia de las conexiones e intercambios con otros productores. A partir de estas conexiones surgen las posibilidades de poder expandirse y posicionarse en distintas ciudades. En el caso de Okcidenta la posibilidad de instalarse en Capital Federal, según lo detalló  Fernando. “Buenos Aires me impactó. Hicimos recorrida por los  bares, acá es todo muy increíble y por eso queremos traer la marca acá. Nuestra idea es traer la franquicia y estar  en los mejores bares que se pueda”, se entusiasma. 

Más allá de las dificultades del contexto y el país, destacan que su objetivo es producir cerveza de calidad y diferecniarse con sus creaciones estrellas: cervezas añejadas en barricas. Uno de los recomendados es Barley Wow, un blend añejado en barricas de roble francés de tostado medio que previamente contuvieron vino Malbec C. Esto, explica, le aporta a la bebida ntensos aromas avinados, madera y, en boca, un ligero dulzor. Orgulloso, detalla: “Este es el único programa de barricas de Malbec de tostado medio del mundo. Generalmente se hace de whisky o coñac pero nosotros, al tener Mendoza acá nomás, lo hicimos de Malbec”. 

Y les salió muy pero muy bien.

Tiempo de panes sin tiempo 

En otro rincón de Caminos y Sabores nos esperaba  la historia de Ana Clara Mera, quien soñó con elaborar productos amigables con el medio ambiente mientras amasaba panes en su casa y salía a venderlos en las ferias de Sabe la Tierra. Hoy hace ya 4 años que Poly Artesanal, su marca, se volvió realidad y hasta con una fábrica en Villa Urquiza, además de estar -por vía de las ferias agroecológicas- también presente en varios parques de la ciudad.  Este emprendimiento nace y se sostiene por cuatro valores que atraviesan su filosofía de trabajo y sus productos: biosustentable, inclusivo, rico y saludable. 

“Somos autogestivos y nos enfocamos en  promover la alimentación consciente y saludable basada en productos agroecológicos.“ nos comentó parte del equipo de Poly en el stand de la feria. Los procesos de elaboración están estructurados y planificados de manera amigable con el medio ambiente. Justamente por eso se evitan los plásticos, realizan su propio compost, utilizan materia prima orgánica y mucho más. Un pilar fuerte es la inclusión en la alimentación, por lo que  sus elaboraciones pueden adaptarse para ser apto diabético, hipertenso, sin gluten y también el 90% de sus productos son veganos. ¿La idea? Que la alimentación saludable no sea sólo para unos pocos. Desde el equipo de Poly explicaron que es la primera vez que participan en la feria “Nos fue muy bien, vendimos mucho y nos sirve para hacernos conocer. Se trabajó hasta último momento esta semana, ya que la producción al ser sin conservantes se necesita elaborar la noche anterior. Tenemos todo fresco y vamos sacando tandas del horno en todo momento.”. Definitivamente, después de tanto encierro, la experiencia de  Caminos y Sabores se disfrutó como nunca antes. Se vio, se olió y se vivió todo de otra manera. Más intensa. Más real. Un sueño en colores (y en sabores) que nos dejó pensando en volver.  

 

 

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