Un clásico bien argento, el alfajor

Un clásico bien argento, el alfajor

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Imposible pensar en ellos y no tentarse. Los alfajores son un deleite que tiene sello argentino. Los hay negros o blancos, bañados en chocolate o glacé, rellenos de dulce de leche o fruta; y si se quiere la lista continúa hasta más no poder. Hay tantas variedades de alfajores como provincias hay en Argentina, pero cada uno guarda un secreto que lo hace único e irrepetible.

 

Los alfajores tucumanos se preparan con miel de azúcar de caña, un ingrediente difundido en el norte del país. Las tapitas tienen que ser bien finas, no pueden estar doradas y deben quedar tiernas. Las claritas -típico alfajor tucumano- pueden estar rellenas de dulce de leche, membrilo o merengue.
Tres capas de masa tipo rogel, rellenas de dulce de leche y cubiertas de merengue hacen al alfajor santafesino. Una exquisitez popular que se mantiene viva desde hace más de dos siglos y que ha logrado convertirse en un símbolo de la gastronomía nacional.

Exquisitos, rápidos y fáciles de preparar, así son los alfajores cordobeses. Esta delicia argentina cubierta de glacé, se destaca por contener en su interior mermelada, frutas frescas y secas y por supuesto, dulce de leche. ¿El favorito? El alfajor relleno con un increíble dulce hecho con naranjas y miel orgánica.

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Mar del Plata es la ciudad capital del alfajor y si la visitás, sin dudas, volvés con docenas para regalar. Con un estricto control de calidad y los cuidados más exigentes de la repostería, este dulce ha alcanzado el prestigio nacional. El típico alfajor de la región se prepara con dos capas de masa de chocolate con un toque de licor y cáscara de naranja. Por último, un centro bien cargado de dulce de leche y un baño de chocolate negro.

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Imágenes: Flickr/ Creative Commons

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