
Lo que me llevó a Carlos Keen fueron mis ganas de almorzar.
A 16 km de la ciudad de Lujan, entra en escena uno de los denominados “Pueblos gastronómicos” o “Pueblos turísticos”, llamado así por los residentes de esta localidad.
Precisamente, Carlos Keen se carga de energía los fines de semana, momento en que todos los restaurantes y negocios del lugar abren sus puertas.

La logística que recomiendo para llegar a este punto del Oeste bonaerense es la siguiente:
Comenzar la jornada en Lujan. Si no conocen la ciudad, obviamente visitar la basílica es paso obligado (seas creyente o no).

Cerquita del mediodía, cuando el estómago ya hace ruido, es momento de arrancar el coche y nuevamente manejar esos kilómetros para llegar a Keen.
Allí, las ofertas gastronómicas son variadas. Desde las frescas y caseras pastas, las picadas y el infaltable asado, todo acompañado por un buen vino tinto.

Finalizado el almuerzo, la vieja estación de tren, es el marco ideal para acompañar la digestión, a fuerza de algunos mates, su pequeña feria, folclore de fondo y una hermosa caída del sol.
Así de simple es la vida en esta bella localidad, donde solo precisas 1 hora para sentarte a su mesa.