
Empanadas, tamales y humitas. Sí, ya sabemos. Son imperdibles, platos famosos en todo el país, y deliciosos aquí como en pocas partes. Pero si visitás Salta hay más, mucho más, porque la provincia está dividida en regiones gastronómicas y ofrece un mundo de sabores para probar.
Hoy te proponemos un viaje delicioso. Vamos a ver qué platos no te podés perder si viajás a “La linda”.

En el valle que se extiende alrededor de la ciudad de Salta, el llamado Valle de Lerma, se encuentran los productos más sabrosos de la agricultura de la región. Ahí tenés que visitar el Mercado de San Miguel. Seguro te vas a llevar coloridas fotos y la panza contenta ¿Un recomendado? El tamal de charqui.
Ya en los valles calchaquíes, donde los viñedos crecen en altura y las montañas lo adornan todo, se cruza la gastronomía criolla con la andina y los resultados son deliciosos. Ahí podés aprovechar para comer una carbonada: zapallo, carne blanda, cebolla, orejones, arroz, manzana verde – ¡sí!-, todo cocinado en la cacerola; listo para hacerte disfrutar de la vista y quedarte ahí un rato, sentado, dejándote ganar por la modorra. Es un plato pesadito, para planear una tarde tranquila.
¿Qué otras cosas probar y comprar en los valles calchaquíes? Tomates secos, maíz, higos, en algunas épocas, truchas… No le digas no a la algarroba; hay miles de posibilidades. Y degustá los vinos. Sí o sí.
Llegamos después a la zona de las yungas, lo que llaman el Norte Verde. Zona de altura, de montañas cubiertas de vegetación y atravesadas por ríos, que le dan lugar al pescado: surubíes, dorados, bagres. Abundan los mangos, los cítricos, el cayote (dulce de cayote con quesillo, un manjar!). Podés traer escabeche de yacaré, para regalar algo bien original y de la zona. Y no dejes pasar el locro que se prepara en la región.
Ya en el oeste, llamado Norte Andino, tenemos, por ejemplo, a Iruya, ese pueblito de cuento, con subidas y bajadas, guardado en la montaña, protegido del tiempo, un paraíso de piedra y barro. Empanadas: sí o sí. Las venden por todas partes. Las preparan en las casas. Son riquísimas. Acá la tradición se mantiene preservada por la ubicación que tiene y los sabores son más andinos, sin tanto cruce cultural. Por el clima, que es bien seco, vas a tener un vendaval perfumado, porque el cedrón, la menta, todas las hierbas aromáticas crecen con vigor y belleza. Los guisos de papas andinas son imperdibles. También hay guisos de arroz con carne, simples y suculentos. El recomendado: El pastel de quinoa.

La Puna, árida, sin vientos del este, protegida por la altura, seca, sin vegetación, tiene muy ricos platos de humita. El guiso que se prepara acá es el de habas. Y podés tomar ulpada, una bebida a base de harina de maíz tostado que es muy refrescante. La conseguís en el Mercado de San Antonio de los Cobres ¿Más? guiso de cabrito, estofado de cordero. Si sos vegano, hay escabeche de papa. Acá, en esta región, en El Alfarcito, se hace la Fiesta de la Papa andina, así que , imagínate, saben bien cómo prepararla.

Ya hacia el sur, al que llaman gaucho e histórico, porque muchos de los hechos que estudiamos en la primaria ocurrieron aquí, podés conseguir la empanada de matambre – riquísima, con carne tierna-. También hay alfajores de miel, para los más dulceros, y gran variedad de porotos ¿Un plato para un día especial? La guatia. Una carne cocinada con vinagre o vino torrontés.
Variado, sabroso, multicultural. Salta tiene una cocina así de brillante y espera ser descubierta. Porque los sabores también abren rutas inolvidables.
Mirá, acá te pegamos un mapa de la Secretaría de Cultura de Salta, para que veas bien el mapa:
